Censo 2022: Los reveladores datos que arrojó el resultado provisorio

El Indec informó un millón de habitantes más de lo esperado. El aumento de la expectativa de vida, el descenso en la fecundidad y los cambios en las estructuras familiares.

En “Punto de partida” hablo el doctor en Geografía, Pablo Paolasso, investigador del Conicet en materia de Población y Hábitat

En Argentina nacen un 5 % más de varones pero las mujeres son más porque los hombres mueren antes”, dice Paolasso

“Un niño que nace en Tucumán vive 2 años menos que uno que nace en Buenos Aires, ese dato ha mejorado pero sigue siendo inaceptable”, aporta el investigador Pablo Paolasso

Los argentinos somos más de lo que se esperaba. En base al censo de 2010, el Indec tiene una estimación de la población, año por año, provincia por provincia, a partir de la cual se hizo, por ejemplo, la distribución de vacunas. Esa estimación, para julio de 2022, establecía que los argentinos seríamos 46.234.830 habitantes. Pero el censo del miércoles pasado -aunque la cifra es provisoria- nos contó 47.327.407. ¿Qué sucedió para que hubiera un millón más de argentinos que lo previsto?

El doctor en Geografía, Pablo Paolasso, investigador del Conicet en materia de Población y Hábitat, esboza varias hipótesis. Una de ellas -la principal- es que la política de ingresos del peronismo, en especial la Asignación Universal por Hijo (AUH), es una política pro-natalista, así como lo fue anteriormente el peronismo con otras políticas como el salario familiar.

En paralelo, por supuesto que hay un proceso de envejecimiento de la población gracias al aumento de la expectativa de vida y al paulatino descenso en la fecundidad que se viene produciendo desde la década de 1990. Paolasso menciona, sobre todo, que las provincias del norte, las de menos recursos, han recortado la diferencia: antes un niño del norte nacía con cuatro años menos de probabilidad de vida que un niño porteño. Ahora es de dos. Otra cuestión llamativa es la marcada diferencia que existe en la Argentina entre la población de mujeres (casi 53 por ciento) y hombres (47 por ciento). Es más que en otras latitudes.

El diálogo con el profesor de Geografía permite abordar varios temas, siempre tomando en cuenta que los datos presentados el jueves por el Indec, son provisorios. Lo definitivo estará dentro de los próximos 90 días.

En el medio de la tabla
La Argentina está en el medio de la tabla de crecimiento de la población, salvo CABA que desde hace décadas se mantiene estable, no crece. Pero el país es de los de menor crecimiento en América Latina, aunque ese proceso se está igualando.

De todas maneras, estamos lejísimos de los parámetros europeos. Por ejemplo, España, que tiene 47 millones de habitantes como la Argentina, en 12 años creció 1.370.000 habitantes y la Argentina creció más de siete millones desde 2010. “Hoy, las poblaciones decrecen en España, Francia o Alemania. Sólo la inmigración compensa”, redondea el doctor en Geografía.

Técnicamente hablando se menciona la Tasa de Reemplazo, es decir que cada mujer tiene que tener, en promedio, dos hijos para que el nivel poblacional se mantenga. CABA tiene un índice de fecundidad que está muy por debajo de dos, de manera que tiende a decrecer. Las nueve provincias del norte -señala Paolasso, que vive y es profesor en Tucumán- cuentan todavía con un excedente. “Hasta hace unas décadas, las mujeres del norte tenían seis hijos en promedio, muy lejos de los tres que tenía una mujer en el área metropolitana. Todo eso cambió”.

No se trata del burdo “se embarazan por un plan” lanzado por la derecha, sino que la franja de menores recursos se siente más confiada en que podrá afrontar con sus ingresos y, por supuesto, la ayuda estatal, la llegada de un nuevo hijo/hija.

“Eso ocurrió durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón y también en los años 70, durante el segundo gobierno -afirma el profesor tucumano-. Sin dudas la política de ingresos tiene un impacto pro-natalista. Desde la adopción de la AUH en 2009 hasta el 2020 que tenemos datos, la fecundidad ha continuado descendiendo, pero a un ritmo más lento. Los otros factores que inciden en el crecimiento (mortalidad y migraciones) no tuvieron cambios significativos, por lo que la única culpable de este hiato entre las proyecciones y la realidad debería ser esa política que, además, tiene un efecto diferencial en la población, pues afecta a los estratos más bajos de la pirámide social”.

El envejecimiento de la población
“Está claro que existe un proceso de envejecimiento de la población -señala Paolasso-, lo que significa que tenemos enormes franjas de mayores a 65 años. El problema ahí es que no tenemos infraestructura preparada para esa situación. Ni sanitaria ni de transporte adecuado ni de viviendas. Por supuesto que parte de la explicación de un crecimiento de la población tiene que ver con que la expectativa de vida aumentó, es decir a un ritmo mayor que el que surgía del censo de 2010. Pero eso estaba dentro de lo esperable y calculado”.

Paolasso menciona que un niño que nace hoy en Tucumán tiene una expectativa de vida que es de dos años menos que un niño que nace en la región pampeana. Pero esa diferencia era mayor y se viene acotando. “La mortalidad infantil era el doble en el norte argentino comparado con la región pampeana. Ahora se están acercando los índices”

Mujeres primero, lejos
Un dato que al mismo tiempo es un interrogante es la gran diferencia entre la cantidad de hombres y mujeres que se verifica en la Argentina. En España es 51 por ciento mujeres, 49 por ciento hombres. En la Argentina, en base al dato provisorio publicado por el Indec, la diferencia es casi del triple: 53 por ciento mujeres, 47 por ciento hombres.

“Es conocido que en el mundo por cada 100 mujeres que nacen, nacen 105 hombres. O sea, nacen más hombres que mujeres. Eso es así en Argentina y en cualquier otro país -recuerda Paolasso-. Nadie sabe bien por qué. La otra cuestión indiscutible es que a edades relativamente tempranas mueren más varones, porque la mayoría de los que fallecen en accidentes o tiroteos son varones. Pero lo cierto es que la expectativa de vida de las mujeres es mayor a la de los hombres. Las mujeres viven más. En la Argentina viven casi siete años más: 78,81 años las mujeres, 72,08 años los hombres”.

-En el censo de 2010 había 105 mujeres por cada 100 hombres, pero en la población de mayores de 65 había 145 mujeres por cada 100 hombres. Antes se pensaba que las mujeres vivían más porque no tenían el estrés del trabajo. Ahora todas trabajan. ¿Se está emparejando la esperanza de vida? -preguntó Página/12.

-No. Es más, en sociedades desarrolladas como Japón la diferencia en la esperanza de vida es aún mayor -responde Paolasso-. No se sabe por qué. Algo genético, algo biológico, existe. Pero insisto en que el ritmo de crecimiento de la esperanza de vida que había en 2010 se mantiene ahora, o sea que en el cálculo del Indec está incluido que la esperanza de vida evolucionaría como evolucionó. Lo que cambió, lo remarco otra vez, es la política de ingresos, la AUH, y eso no estaba en lo planeado. Esa política movió el amperímetro.

-¿Significa que veremos también otro tipo de familias? Por ejemplo, ¿se reducen mucho las familias-tipo de papá-mamá y dos hijos?

-Sin dudas veremos muchas más familias monoparentales, o sea un solo adulto y uno o dos hijos. Y diría que en la mayoría de los casos el adulto es una mujer. Esto tiene que ver con lo que se conoce como segunda transición demográfica, lo cual implica un cambio en las estructuras familiares asociado a un cambio en los niveles de fecundidad. O sea, dos características: madre sola y pocos miembros. Y aquí nuevamente me da la impresión que no estamos para nada preparados. Por ejemplo, no tenemos viviendas suficientes para esta nueva estructura familiar.

Queda ahora esperar los números definitivos y sobre todo más completos de los resultados del censo. Como ya adelantaron en Página/12 el director técnico del Indec, Pedro Ignacio Lines y la directora de Población, Gladys Margarita Massé, es indudable que habrá más familias monoparentales, más familias ensambladas y más familias no-nucleares, que es cuando los niños no viven con sus padres, sino, por ejemplo, con sus abuelos. Los datos definitivos empezarán a conocerse dentro de tres meses.