“La Niña” podría disminuir su impacto en el verano, informa el INTA

La falta de agua está generando perjuicios en la campaña fina y se espera que este déficit también se haga presente en la campaña gruesa. Además, se suma la alta probabilidad de un año Niña que podría dejar lluvias por debajo de lo normal.

El especialista Pablo Mercuri, Director Interino del Centro de Investigación de Recursos Naturales, compartió en una presentación las características más importantes del comportamiento climático que se esperan para la campaña 2020/21:

  • “Vamos a tener una disponibilidad de agua ajustada. Vamos a estar a la expectativa de la suma de milímetros”
  • “Habrá cambios bruscos. Son años en los que de repente vamos a tener un período de lluvias, pero luego varios días sin precipitaciones”.
  • “La espera a la próxima precipitación se va a prolongar. Veremos más días consecutivos sin lluvias”.
  • “Lluvias dispares e irregulares. En los años Niño las lluvias ocupan grandes áreas. En los años más fríos como el actual veremos lluvias más dispares”.
  • También se refirió a los forzantes oceanicos: “Estamos ante una situación de enfriamiento, lo bueno es que por ahora es leve y que terminaría a inicios del verano”. Al mismo tiempo, agregó: “Hay otros factores que marcan períodos de hasta 15 días, pueden disminuir o incrementar las precipitaciones”. “Esto está inactivo por ahora”, comentó.

“El mayor cambio e impacto del cambio climático -ya observado- es la merma de aguas en áreas cuyanas. Los escenarios de cambio climático no son adversos a los rendimientos de las producciones pampeanas”, señaló.

En tanto, destacó la importancia de la agrometeorología de precisión. Es decir, tener datos locales, por zona y sistema de producción: medir la napa y la disponibilidad de agua.

Perspectiva completa

De acuerdo con Mercuri, “estamos en un ciclo de años más secos y las condiciones actuales de océano y atmosfera indican que es probable que la primavera y el verano tengan algunos milímetros por debajo de los valores normales”.

Los forzantes oceánicos están marcando una anomalía fría, tanto en el área del Pacífico 3.4 como también en el Océano Atlántico. “Esto impide una circulación atmosférica que favorezca que se generen precipitaciones”, aclaró Mercuri. “Los modelos IRI Columbia muestran a la fecha una probabilidad mayor al 70 % de que se mantenga el enfriamiento durante toda la primavera, pero de intensidad moderada o leve”. El dato destacado es que para el verano esta tendencia “comienza a decrecer y vuelve a valores neutrales”.

“Este año si bien nevó muy fuerte en Patagonia, del Aconcagua hacia el norte seguimos en déficit en cuanto a nevadas en altas cumbres”, dijo Mercuri, e hizo referencia a las áreas del norte argentino que vienen desde diciembre del año pasado deficitarias, “lo que degrada no solamente los sistemas productivos, sino también el acceso y la calidad del agua para la ruralidad”.

Siguiendo al director del CIRN, “estamos ante una situación crítica en cuanto a la disponibilidad de agua, y esta alta frecuencia de situaciones deficitarias potencian esta crisis”. La buena noticia en el corto plazo es que “la tendencia indica que hacia fin de septiembre va a haber inestabilidad climática en el centro del país, NOA y NEA, con altas chances de precipitaciones”.

En cuanto a las heladas, Mercuri destacó que si bien la tendencia mostraba un acortamiento del período de heladas, con inviernos más breves, los dos últimos inviernos muestran un incremento en la frecuencia e intensidad de las mismas en el centro del país, con anomalías respecto a los valores medios.

El director del CIRN concluyó que “el desafío es definir el clima futuro por regiones precisas y con antelación, ante una alta incertidumbre en las predicciones”. En ese sentido, se debe aprender a tomar decisiones con información probabilística y dinámica, y gestionar el agua: “amortiguar los impactos inter-anuales e intra-estacionales, compensar agua esperada con agua disponible, es el desafío de la adaptación”, puntualizó.

Disponer de poca agua al inicio de la campaña nos deja en una situación de alta vulnerabilidad. Agronómicamente al depender de las lluvias para satisfacer la necesidad de agua es importante diversificar las fechas de exposición, no concentrando las siembras y fechas de máxima necesidad de agua por los cultivos, siembras tempranas y tardías. Y llamó a la necesidad de hacer una “gestión del riesgo”, generando instrumentos para minimizar el riesgo al que estamos expuestos.