Baby brain: un fenómeno complejo (y positivo) por el que pasan muchas madres

Somos muchas las que sentimos que las neuronas se nos ralentizan durante el embarazo y en los primeros meses de maternidad .
Nos olvidamos las llaves de casa con frecuencia o sucede que no logramos concentrarnos en la lectura o ni siquiera logramos engancharnos con una película, por ejemplo. Y no, no es que el embarazo nos pone más tontas. No, de ninguna manera. Sino que se trata de un fenómeno llamado “baby brain” o cerebro de bebé que se caracteriza por la falla en la memoria y por cierta dificultad para la concentración.

Poco estudiado por la ciencia hasta el momento, la doctora María Noelia Pontello del departamento de Neuropsiquiatría de INECO explica que el “baby brain es un estado que describen muchas mujeres durante el embarazo caracterizado por falta de claridad mental y olvidos menores. Cuatro de cada cinco lo reportan en distintos grados de compromiso. Los cambios son poco visibles y suelen notarlos sólo las mujeres que lo padecen”.

Revolución maternal

La explicación más lógica es la que indica que las mujeres embarazadas o madres primerizas tienen puesta toda su atención en ese bebé que está por nacer o acaba de hacerlo. La maternidad constituye un cambio vital en el devenir de la mujer y es razonable que esta explosión de vida, que ya no es sólo la propia sino la de un otro que también depende de una, provoque una revolución en el cerebro de la mujer. La licenciada Marisa Russomando, especialista en maternidad y crianza, asegura que el baby brain se relaciona con “un impacto en la psiquis de la mujer embarazada. Se trata de una situación que le excede y que toma todo su cuerpo y su psiquis. Esto incluye también sus capacidades cognitivas. Las mujeres mencionan este fenómeno como el no poder concentrarse, olvidarse de las cosas que no tienen que ver con su embarazo o con su bebé porque esto se prolonga varios meses después del nacimiento. Es como si la mujer concentrara todas sus habilidades, capacidades e intereses y preocupaciones en lo vinculado con la maternidad. Cuando decidimos volcar toda la energía en un área esto provoca, por ende, que tengamos que restarle a otras y allí es cuando se observa que entonces esa mujer no termina de rendir en la realidad cotidiana”. Hasta acá lo natural y necesario: un bebé necesita de toda la atención de su mamá para poder sobrevivir, no es una pavada la tarea, es una responsabilidad que nos acapara por completo.

Las hormonas

Así como cada vez que nos viene padecemos del Síndrome Pre Menstrual, desde lo fisiológico, además, también hay diferentes explicaciones. “El embarazo genera un desbalance hormonal que afecta al funcionamiento del cerebro y desde allí a las funciones cognitivas”, explica la licenciada en psicología Gabriela Nelli del Instituto Criar y Alojar. “Las alteraciones hormonales que se suceden durante la gestación -principalmente progesterona y estrógeno- afectan a las neuronas del cerebro provocando no sólo cambios en el estado de ánimo sino también en la capacidad de concentración”, agrega la investigadora Liliana Nieri del Instituto de Psicología y Ciencias Sociales de la Fundación UADE.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que la posible falla en las funciones cognitivas y de la memoria se relacionan también con la falta de sueño, el cansancio y el estrés materno. Nieri asegura que para muchos psicólogos “el embarazo provoca en la mujer una crisis vital y evolutiva”.

La evolución de la crisis

Pero sí, el embarazo afecta la forma de nuestro cerebro, aunque no en un sentido negativo, sino que lo termina de definir de una manera diferente al anterior a ser madres. “Esto se refiere a que ciertas áreas de sustancia gris -donde se encuentran los cuerpos neuronales- disminuyen. Lo que se cree es que esta reducción podría ser parte de un proceso natural llamado pruning -que en inglés significa podar-, que es el pulido de algunas neuronas que se da en momentos clave, por ejemplo, en la adolescencia que es un período de numerosos cambios para el ser humano”, explica la especialista de INECO. Es decir, se pierde materia gris como parte de una programación propia del cerebro para poder lidiar con el futuro, para poder reconocer la necesidades de un hijo y en definitiva para aumentar la empatía en general con el mundo que nos rodea. Se trata de una especie de especialización y adaptación que ayuda, que nos hace más eficientes y plásticas frente a la sociedad y no al contrario.