Ansiedad: consejos para aliviarla en los chicos

Muchas veces la minimizamos, pero la ansiedad produce sufrimiento; en especial en los pequeños que sienten miedo y no saben por qué

Los chicos también pueden padecer ansiedad; y en muchos casos, esta puede ser tan abrumadora que les impide hacer las cosas que les gustan. Una investigación reciente liderada por la profesora Cathy Creswell de la Universidad de Reading, en Reino Unido, y que da cuenta la BBC encontró que hay ciertas cosas que los padres pueden hacer para aliviar la ansiedad de sus hijos.

Creswell, autora de varios libros sobre cómo superar la ansiedad en la infancia,hizo una lista de consejos basados en su investigación y en otros estudios recientes sobre la ansiedad. Estos son los consejos que ofrece.

1. No digas: “No te preocupes, eso nunca va a ocurrir”. Es posible que los niños de entre 4 y 8 años les teman a los fantasmas, monstruos o animales. Otros menores pueden tener miedo de lastimarse por eventos reales pero poco frecuentes; como asesinatos o una guerra nuclear.

Más allá de la edad del niño, lo importante es no desestimar sus miedos. Decirle simplemente que lo que teme nunca ocurrirá o implicar que es tonto por preocuparse no ayuda. En cambio, reconocé cómo sus miedos lo hacen sentir.

Según el licenciado en Psicología Sergio Farinelli, especialista en Infancia y Etapas de Crecimiento, “para comprender este tipo de miedos debemos saber que el imaginario infantil no tiene límites, ni para lo bueno, y tampoco para lo malo. Al igual que tienen una enorme capacidad para imaginar historias y jugar, también pueden disponer de la capacidad suficiente para ver y crear monstruos donde no los hay”.

2. No modifiques las actividades por sus miedos. Si lo hacés, le quitarás la oportunidad de aprender a lidiar con situaciones que los asustan.

Si le tiene miedo a los perros, puede que te sientas tentada de cruzar la calle cuando ves uno. Pero el mensaje que le estás dando es que su temor no es infundado. Esto no quiere decir que lo debés forzar a confrontar con lo que lo aterroriza, pero sí podés apoyarlo a que gradualmente se vaya acercando a eso que le teme.

3. No busques una solución inmediata. Escuchalo con atención. La idea es tratar de entender bien qué es lo que está sintiendo y cuándo, pero sin preguntarle constantemente cómo se siente. Asegurate de escucharlo para entender las razones detrás de sus miedos.

Es muy tentador buscar rápidamente una solución. No lo hagas. Escuchá a tu hijo cuando te explica qué teme que ocurra. Puede que su temor se esté basando en un malentendido. “Hay miedos que son evolutivos y típicos de ciertas etapas de los chicos y que son hasta esperables. Primero debemos evaluar si el miedo que está teniendo es esperable para su edad, si lleva mucho tiempo y, sobre todo, si afecta mucho su calidad de vida. A partir de esa observación hay que definir si conviene hacer una consulta”, explica la licenciada Paula Tripicchio.

4. Hacele preguntas que le ayuden a darse cuenta de que sus temores no son realistas. Por ejemplo, preguntale qué tipo de cosas ocurrieron en el pasado que lo hacen pensar que algo puede pasar. Empezá con pasos pequeños para que se dé cuenta de que lo que espera y teme puede no pasar, o que podrá lidiar con eso.

Alentalo a adoptar estrategias mentales con las que controlar sus miedos.

5. Poné a prueba sus miedos de forma gradual. Una de las cosas que hacen en la Universidad de Reading es enseñarles a los padres a fortalecer la confianza que sus hijos tienen en ellos mismos, haciendo que elaboren un plan con diez pasos para enfrentar algo que les da miedo. Elogiá y premiá a tu hijo por dar esos pasos.

6. Es normal sentirse ansioso a veces. Sentirse ansioso de tanto en tanto es absolutamente normal. Pero si la ansiedad les causa angustia y hace que eviten situaciones cotidianas y se pierdan de hacer actividades, es recomendable buscar ayuda.

Recordá, de todas maneras, que no podés eliminar toda fuente de ansiedad de la vida de tu hijo/a. Tu objetivo es ayudarlos a que se acostumbren a una cierta dosis de incertidumbre, más que eliminarla por completo. Aprender a regular nuestras emociones es parte del proceso de crecer.

Para cuando llegamos a la edad adulta, somos mejores a la hora de poner las cosas en perspectiva y darnos cuenta de que podemos lidiar con la mayoría de las situaciones.