El Virus del Papiloma Humano (VPH) es la infección de transmisión sexual más común. Se estima que cuatro de cada cinco personas contraerán el virus en algún momento de sus vidas. Cada 4 de marzo, el Día Internacional de la Concientización del VPH destaca los logros y retos en su prevención.
Más de 100 tipos de VPH existen, pero cerca de 40 afectan la zona genital y anal. Estos tipos se dividen en de bajo y alto riesgo oncogénico. A pesar de su prevalencia, el VPH enfrenta mitos y desinformación. Su transmisión principal ocurre por contacto piel a piel durante relaciones sexuales.
Virginia Verdaguer, directora médica de MSD Argentina, subraya la importancia de la educación sexual integral. Destaca que esta educación es crucial para la prevención y concientización sobre el VPH.
Algunos mitos comunes incluyen la idea de que el VPH solo afecta a mujeres. En realidad, tanto hombres como mujeres pueden ser portadores del virus, aunque no presenten síntomas visibles. También se cree erróneamente que el virus se transmite por compartir objetos o usar baños públicos.
El VPH está ligado al 99% de los casos de cáncer de cuello uterino (CCU). Este virus también puede ocasionar cáncer en hombres y mujeres en otras áreas, como el ano y la orofaringe. En América Latina, los genotipos VPH 16 y 18 son los más prevalentes en lesiones cervicales.
Según el Ministerio de Salud de Argentina, el CCU es el tercer cáncer más frecuente en mujeres y causa significativamente altas tasas de mortalidad. Cada año, 4.600 mujeres son diagnosticadas con CCU.
Aunque no existe un tratamiento específico para el VPH, sí hay opciones de prevención. La prevención primaria incluye la educación integral y la vacunación. La inclusión de la vacuna contra el VPH en el Calendario Nacional en 2011 marcó un hito importante.
La vacuna, diseñada para niñas y luego ampliada a varones, ha tenido un impacto positivo en la reducción de infecciones. La vacunación está disponible para mujeres y varones hasta los 26 años, así como para personas con ciertas condiciones de salud.
La prevención secundaria se basa en chequeos médicos rutinarios, como el Papanicolau y el test de VPH. Estos tests permiten el diagnóstico temprano y el tratamiento de lesiones. Se recomienda comenzar estos chequeos a partir de los 30 años.
Verdaguer concluye que prevenir el cáncer de cuello uterino requiere un enfoque integral. La educación, la vacunación, el seguimiento médico y el acceso a tratamientos adecuados son esenciales. Lograr que más personas se involucren activamente en su salud es vital para combatir el VPH.